Selección del perro de terapia:
La selección del canino adecuado para las terapias asistidas con perros, comúnmente denominadas canoterapias, puede determinar el éxito o el fracaso de estas intervenciones. Los perros de terapia son animales, seleccionados específicamente debido a sus aptitudes temperamentales, las cuales son esenciales para mantener niveles de energía y entusiasmo que faciliten el logro de los objetivos terapéuticos de los usuarios. El bienestar del perro es primordial durante la selección, razón por la cual etólogos y veterinarios participan activamente en este proceso.
Para elegir un perro de terapia es necesario evaluar tanto factores fenotípicos como de temperamento. Este último es característico de cada animal y puede ser influenciado por el entrenamiento y el entorno en que se desarrolle su vida. Según diversas investigaciones, los perros destinados a terapias deben presenta ciertas características fenotípicas que favorezcan su interacción con el receptor. Deben ser perros de tamaño mediano o grande, evitando aquellos de razas gigantes, que posean pelaje suave sin ser excesivamente largo o áspero. Además, no deben presentar mutilaciones físicas tales como corte de orejas o cola.
Las razas más comúnmente utilizadas para estos fines son los labradores, cobradores dorados y el Cavalier king Charles spaniel. Estas razas, por su morfología y temperamento, tienden a presentar un menor impacto tanto físico como psicológico durante el trabajo en las sesiones de terapia. Sin embargo, esto significa que no se puedan utilizar perros de otras razas o mestizos. Es importante aclarar que no está permitido el uso de razas potencialmente peligrosas o sus mestizos, conforme a lo estipulado por la ley 50/1999, RD 287/2002.
Los factores mas relevantes a tomar en cuenta en la selección de un perro de terapia incluyen aquellos que determinan su carácter, la capacidad de establecer un vínculo positivo con los seres humanos y otros perros, sus disposición para jugar y que su facilidad para establecer lazos afectivos. El sexo no es un factor determinante excepto en intervenciones relacionadas con abuso sexual, donde se prefiere emplear hembras.,
En el caso de los cachorros se deben evaluar distintos factores, tales como los niveles de energía, sociabilidad, agresividad, confianza, motivación y capacidad de aprendizaje, entre otros. La prueba más comúnmente utilizada para la evaluación de estas variables es la Prueba de Campbell, desarrollada por William Campbell, en la década de los sesenta.
Autores como Dubreu, Vélez y Paramino, sugieren que también es posible seleccionar perros adultos, en los cuales se evaluaran aspectos como la atención, agresividad, desensibilización, umbral de respuesta, tolerancia al estrés, iniciativa y concentración, entre otros.
Desde la perspectiva del autor experto en este tipo de terapias, Francesc Ristol, Es preferible trabajar con cachorros que provengan de criaderos reconocidos y aún más, de aquellos que se especializan en la cría perros fines terapéuticos. Desde desde las primeras semanas de vida, los cachorros deben ser sometidos a ejercicios de estimulación temprana y entre las tres y doce semanas de su nacimiento, se produce el período de socialización, higiene y organización jerárquica. Ambas etapas son fundamentales para el desarrollo físico y conductual de la cría, y, por lo tanto, deben se ejecutadas y cuidadosamente supervisadas por un criador experimentado.
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