Beneficios de las terapias asistidas con perros en usuarios con trastorno del espectro autista.
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que generalmente se diagnostica en los primeros años de vida. DE acuerdo a un artículo publicado por la Clínica de Mayo, "El trastorno del espectro autista es una afección relacionada con el desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otras personas, lo que causa problemas en la interacción social y la comunicación." La doctora Lorna Wing describe el autismo como un síndrome, que consiste en un conjunto de síntomas asociados con diferente trastornos neurobiológicos y niveles de funcionamiento intelectuales.
Diversos estudios han demostrado la efectividad de las terapias asistidas con perros para abordar ciertos aspecto del TEA, como la atención, las habilidades sociales, la percepción sensorial, la propiocepción, las funciones ejecutivas y el aprendizaje, entre otros. aunque algunos autores la consideran como una terapia alternativa, se puede catalogar la terapia asistida con animales como una intervención complementaria dentro de la variedad de abordajes terapéuticos necesarios para los niños con TEA. Según la Dra Temple Grandin, estas intervenciones deben incluir aproximadamente cuarenta horas semanales desde el momento del diagnóstico hasta que el niño cumpla los siete años.
Existen perros especializados conocidos como "perro ancla" o perros de servicio para personas dentro del espectro autista (PSA), que son considerados como tales debido a la relación afectiva que establecen con sus usuarios, generalmente niños diagnosticados con esta condición. Estos animales cohabitan con los usuarios y han sido entrenados inicialmente para prevenir fugas y proteger al niño de situaciones potencialmente peligrosas. Su entrenamiento incluye el uso de un arnés conectado con una correa que se sujeta al dispositivo de sujeción que lleva el niño, así como otra correa más larga que sujeta el adulto acompañante. En caso de una crisis de fuga, el perro se tumba en el suelo al sentir el tirón de arnés, actuando como un ancla de contención que brinda tiempo al cuidador, que se encuentra a cierta distancia, para alcanzar al niño. Este mecanismo no solo incrementa la seguridad durante los paseos, sino que también permite mayor independencia al usuario y fomenta el aprendizaje del niño en su inhibición del impulso de escapar.
Según los autores del artículo titulado "El uso del perro en el tratamiento del trastorno autista", las familias que integran este perro de servicio pronto se percataron de los animales podían ofrecer beneficios adicionales. Actualmente, los perros PSA son entrenados para asistir a sus usuarios en diversas tareas de la vida diaria, intervenir físicamente durante las crisis comportamentales, proporcionar compañía durante la hora de dormir y facilitar las interacciones sociales.
No obstante, es fundamental abordar con precaución la recomendación de un perro ancla, ya que su inclusión puede generar un aumento de estrés de un sistema familiar que ya enfrenta la considerable carga de los cuidados que requiere un niño con necesidades especiales. Además, los perros de servicio implican costos adicionales para las familia que ya están sobrecargadas financieramente debido a los gastos asociados a las terapias del niño. Por último, es relevante considerar que, debido a su función, estos perros suelen ser de razas grandes, lo que requiere de un espacio adecuado en el hogar y la necesidad de paseos regulares para garantizar su ejercicio.
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